Y llegamos al final.
Día 31. Disfraz de Halloween.
31 de octubre. Noche de Halloween. Noche de disfraces y fiesta. Noche de monstruos. Y ella quería el disfraz perfecto.
Pero hay algo que pone impedimentos a los grandes sueños y es haber nacido en una familia humilde. Humildes por ser generosos, porque en realidad eran pobres como ratas.
¿Cómo iba a poder comprarse un disfraz si en casa no tenían ni para comer?
Pero Vivian no iba a quedarse en casa esa noche. Era su noche. La noche de los monstruos. La más importante del año. Ella era una bruja, una poderosa bruja, por mucho que su familia se empeñara en negarlo y en reírse de ella, y las brujas tienen que salir el 31 de Octubre.
Claro que sus pociones nunca habían funcionado como debían, sus hechizos no habían surtido efecto y ni siquiera había conseguido hacer un simple truco de magia en el espectáculo del colegio. Pero ella era una bruja. Siempre había soñado con ser una bruja y conseguiría ser la bruja más poderosa del mundo. Por ello no se podía quedar en casa una noche de Halloween.
«Si pudiera, me disfrazaría de algo que diera mucho miedo, pero no de zombie, de vampiro o de momia. No, de algo cotidiano, de algo que nos rodea cada día, pero que aún así nos pone los pelos de punta. ¡Me disfrazaría de araña! Me gustaría ser la araña más terrorífica que jamás se haya visto», pensó.
Pero la noche se acercaba y seguía sin disfraz y al final, casi con lágrimas en los ojos, se tuvo que conformar con ponerse por encima una vieja sábana blanca e ir vestida de fantasma cutre.
Solo esperaba que la gente no se burlara demasiado de ella, como hacía cada día su familia, como habían hecho al enseñarles su disfraz.
Nadie lo hizo.
La vieja sábana que la cubría lucía manchada de sangre cuando salió de casa. Teñida de la sangre de su madre, de su padre, de su hermano.
Salió a la calle disfrazada de un miedo cotidiano, de un monstruo real, de asesina en serie.
Imagen de Pixabay libre de derechos.
Derechos del relato registrados @2022 Ager Aguirre
Kommentare