Aquí el reto consistía en escribir un pequeño relato erótico. Os dejo el que he subido.
Llego a casa agotada tras un largo día torturada por los altos tacones que hacen que se me carguen los gemelos. Me dejo caer en la cama como quien encuentra un oasis en medio del desierto y suspiro placentera.
Cuando giro la cabeza hacia mi ventana la luz del día comienza a desvanecerse. Una leve sonrisa se dibuja en mi rostro.
Parsimoniosa me giro hasta terminar bocaarriba, observando el techo de mi habitación y, con la mente en otro sitio, voy soltando los botones de mi camisa hasta desabrocharla por completo. Después doblo mis piernas, todavía embutidas en mis pantys de media pierna, y dejo que mi falda termine descansando sobre mi vientre mientras que froto, con suavidad, mis doloridos gemelos. Un poco más aliviada apoyo mis zapatos de tacón en el colchón y arqueo mi espalda para con las manos desabrochar los botones de la falda y me la bajo por las piernas con suavidad, dejándola caer a los pies de mi cama.
Desprovista de esa parte de mi vestimenta vuelvo a desfallecer sobre mi colchón, como si necesitara descansar después del esfuerzo realizado para desprenderme de ella, ataviada solo con mis zapatos de tacón, mis pantys, mis bragas de acarminado color, mi sujetador a juego y mi camisa abierta.
Estoy, así vestida, unos minutos sobre mi lecho, dejando que la suavidad de mi edredón acaricie mi cansada piel y suspiro resignada cuando los últimos rayos de sol desaparecen.
Entonces me siento en el borde de mi cama, me termino de quitar la camisa y echo un último vistazo por mi ventana. Vuelvo a frotar mis piernas con suavidad antes de ponerme en pie e ir a cerrar la cortina de mi cuarto.
Él sigue allí, observándome, lo lleva haciendo desde que entré en mi habitación, pero ahora que la luz del día se ha apagado apenas podrá verme. Enciendo la luz y regreso a la ventana, ahora con las cortinas corridas, segura de que podrá ver mi silueta reflejada. Entonces desabrocho mi sujetador y lo dejo caer al suelo, descuidada, segura de que presta atención a cada uno de mis movimientos aunque ahora solo pueda verlos como en la viñeta de un erótico cómic.
Seguro que está imaginando mis pechos desnudos y eso está turbándole. Me apetece acrecentar esa sensación, así que me agacho frente a mi ventana para que pueda observar la silueta de mi culo mientras me quito también las bragas. Eso será más que suficiente para que mi intrépido voayeur se pase la noche masturbándose pensando en mí...
Y puede que, con la excitación que me ha producido seducirlo, yo también termine haciendo lo mismo.
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